sábado, 28 de mayo de 2016


"Para hacerte entender, para darte mi vida, debo contarte una historia -y hay tantas y tantas- y ninguna de ellas es verdad". (Virginia Woolf)
En el antiguo mapa terrestre se pueden apreciar borrajeados los diferentes itinerarios qué a través de siglos trazaron y dibujaron fervorosos materialistas (benefactores epicúreos) que juzgándose a sí mismos (superhombres) se figuraron ídolos, genios y héroes de  éste modelo cuasi perfecto que el Supremo Creador, aquí en la Tierra instauró, con fin de dar albergue y sustento al árbol de la sabiduría hasta tanto madurare el fruto Ignoto (no el kinoto) y prosiguiere recorriendo el sendero de la Evolución.
Ascendencias y Descendencias de carne y hueso hicieron del árbol leña como reserva de utilidad y provecho personal (botín de lucro, fama e interés). No solo el árbol fue talado una y mil veces, sino que lo más cruel es haber derrochado y desperdiciado la energía esencial de su “savia” existencia en pretender ser lo que el hombre nunca podrá llegar a ser.
Así se fue reinventando esta larga historia de caminos y senderos sin salida, siempre a gusto del regente que aun hoy sigue maquinando vías de trocha angosta, para ser recorridos por los creyentes y obsecuentes herederos de la Fe.
Son solo huellas presumidas de altivos mojones de dura piedra imperfecta que “estam-pilladas” en la memoria biográfica de la Humanidad. Es tan exagerado e interminable el relato de este cuento que hasta los hipócritas que lo narran no se animan a mirar el espejo de la realidad, por temor a enfrentarse con esa incesante e insensible imagen de falsedad.


“Me maravillo a menudo de que la historia resulte tan pesada, porque gran parte de ella debe ser pura invención”.  (Jane Austen) 

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