El más antiguo
Árbol de la Sabiduría, nutre a través de sus diferentes cepas hereditarias, los
principios esenciales para alimentar desde su “Médula” a la llamada Ciencia
Universal.
En el “Duramen” se
halla quizás la parte más seca, compacta y oscura que obstruye el
desarrollo evolutivo de la “Albura” (principio de perfección, nitidez y pureza)
a la cual le origina un defecto tardío, en las diferentes etapas de
crecimiento, en las disímiles y extrañas especies vivientes.
En su Corteza, se pueden observar y descubrir los daños causados por los
distintos signos de crianza, basados en los hechos naturales, eficientes o
deficientes según los aportes genealógicos de sus raíces.
De esa raíz de conocimiento infalible, exacto y preciso, emerge el tronco
Madre (la Omnisciencia) de lo Absoluto e Integral. Como esencia matriz, la
incuestionable Ciencia “Matemática”, perfecta e inalterable es la que dispensa
y contribuye a la evolución de las demás Ciencias Terrenales. ¡Sin Ella no
existiría nada!
El Espacio Infinito al cual el Ser Humano pertenece, quizás sea lo más
enredado y difícil para la aplicación de las Ciencias Sociales (Humanas y
Naturales) ya que las creencias
tradicionales permanecen vivas como “Ciencia
Infusa”, y cuando esta ciencia se sale de madre, se expande en la práctica de lo milagroso y sobrenatural innato de su propia
experiencia, gravitando en comunión con los códigos siniestros del ocultismo a
través del impulso, y no mediante la facultad del razonamiento que solo la
mente humana contiene.
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