sábado, 20 de febrero de 2016

 El más antiguo Árbol de la Sabiduría, nutre a través de sus diferentes cepas hereditarias, los principios esenciales para alimentar desde su “Médula” a la llamada Ciencia Universal.

En el “Duramen” se halla quizás la parte más seca, compacta y oscura que obstruye el desarrollo evolutivo de la “Albura” (principio de perfección, nitidez y pureza) a la cual le origina un defecto tardío, en las diferentes etapas de crecimiento, en las disímiles y extrañas especies vivientes.   
En su Corteza, se pueden observar y descubrir los daños causados por los distintos signos de crianza, basados en los hechos naturales, eficientes o deficientes según los aportes genealógicos de sus raíces.

De esa raíz de conocimiento infalible, exacto y preciso, emerge el tronco Madre (la Omnisciencia) de lo Absoluto e Integral. Como esencia matriz, la incuestionable Ciencia “Matemática”, perfecta e inalterable es la que dispensa y contribuye a la evolución de las demás Ciencias Terrenales. ¡Sin Ella no existiría nada!
El Espacio Infinito al cual el Ser Humano pertenece, quizás sea lo más enredado y difícil para la aplicación de las Ciencias Sociales (Humanas y Naturales) ya que  las creencias tradicionales permanecen vivas  como “Ciencia Infusa”, y cuando esta ciencia se sale de madre, se expande en la práctica de lo milagroso y sobrenatural innato de su propia experiencia, gravitando en comunión con los códigos siniestros del ocultismo a través del impulso, y no mediante la facultad del razonamiento que solo la mente humana contiene. 

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